martes, 22 de junio de 2010

Sale un cafecito?

Estoy leyendo un libro que me está haciendo reflexionar mucho, entre otras cosas sobre la conducta del "Management" desde principios del siglo XX. Y me sorprende caer en la cuenta que estoy pensando y actuando como las viejas escuelas. El ambiente laboral es un gran condicionante para aquellos que se pasan todo el día en una oficina, probablemente rodeados de la misma gente, día tras día.
Habrá quienes dicen que siempre hay cambios, pero digamos que la cultura laboral se mantiene si la empresa es relativamente estable. Es más, se podría decir que justamente eso es lo que se busca en general, una identidad fuerte basada en una cultura arraigada y homogenea. Ahora, qué pasa cuando las personas dentro de esas culturas empiezan a cambiar, y la sociedad también cambia? las culturas laborales cambian con la misma velocidad? Tantos cambios tecnológicos en los últimos veinte años cambiaron las reglas de juego, y los principales participantes todavía no son ni siquiera conscientes.

Qué pasa cuando las necesidades personales de los empleados se dejan en la puerta de la oficina y no tienen derecho a entrar? Cómo responden las personas? Se adaptan

Es increíble la capacidad de adaptación que tenemos como seres humanos, es tanta que a veces nos olvidamos de nuestros propios deseos. Es más, a veces ya ni siquiera sabemos reconocerlos cuando piden salir a gritos. Cada día escucho más casos de panic attack, surmenage o contracturas severas entre gente muy joven con 10 o menos años de experiencia laboral. Qué está pasando? Por qué los jovenes somos tan ciegos y sordos a nuestras propias necesidades? Por qué no escuchamos al cuerpo y dejamos que ciertos síntomas tempranos se transformen en diagnósticos médicos complicados? Seremos igual de ciegos y sordos con nuestra realidad y nuestros deseos?

Hace tiempo que observo el día a día en una oficina, y no importa si hablo de profesionales o no, jóvenes o adultos, empresas chicas, medianas o grandes, locales o multinacionales … siempre hay un factor común “la queja” . Y en este proceso de observación, me di cuenta que justamente es lo que más me desgasta del ambiente laboral. Si no es el sueldo, es tu jefe, sino es la falta de motivación, es la competencia. Parece que es lo que nos une como empleados, y aparte también es la excusa perfecta para un café. Es lindo ser parte de una comunidad, no?

Ahora, me pregunto cuánto tiempo del día nos pasamos quejando, y cuánto desgaste nos produce eso. No soy experta en estos temas, pero cada vez que me engancho con un pensamiento negativo soy consciente que tiene una repercusión en cadena que dura varios minutos, a veces horas … y a veces días. Es como que mi mente está nublada, y no puedo pensar en otras cosas. Cuando tengo cierta claridad, me pregunto qué tipo de conversaciones tengo en mi entorno? realmente elijo tenerlas?

Hasta que tengo esos días donde mi mente es un día soleado sin una nube, y no paro de generar ideas y pensamientos creativos. Es una sensación tan linda, que una cosa me lleva a otra, y siento que mi cabeza va a estallar. A veces tengo que escribirlos para que no se vayan, porque tengo miedo que no vuelvan. Otras, siento que si doy rienda suelta a un YO que no dejo salir seguido, puedo salir de la zona de confort y entrar en muchos cuestionamientos. Me pregunto, cuántas conversaciones interiores tengo? Cuánto tiempo dedico a escucharme?

Todo esto es simplemente una reflexión sobre qué nos espera del futuro, trabajando en una empresa, siendo parte de una organización. Qué se espera de nosotros en estas organizaciones? Qué espero yo de mi misma?

Uno siempre tiene excusas para no romper el statu quo y generar cambios, y sobre todo para no asumir el liderazgo de los mismos. Muchas veces la respuesta es .. Y para qué? Cómo voy a cambiar algo yo solo? Para qué voy a hacer el esfuerzo si después algún otro se lleva la recompensa? A veces son miedos, otras desinterés o desgano, falta de tiempo, muchas ocupaciones, etc, etc, etc … siempre hay algo que nos impide a actuar. Pero mientras tanto nos seguimos juntando en el café, y nos seguimos quejando. Será asi el resto de nuestras carreras profesionales? Será la queja parte de nuestra adaptación? Será que algún día ya ni nos vamos a quejar de tan adaptados que estamos?

Leyendo este libro, no dejo de imaginarme otras realidades donde los empleados tienen un espacio de expresión para dar rienda suelta a su creatividad. Donde las estructuras no tienen la rigidez a la que estamos acostumbrados, y donde la flexibilidad para armar equipos de trabajo es tan natural como nuestras conversaciones de café. Y por qué no seguir soñando con la idea de líderes que surgen espontáneamente y toman la iniciativa de nuevas ideas y posibles proyectos, en lugar de que la palabra “team lead” sea un status asignado. Lo interesante de este libro es que menciona ejemplos concretos de distintos rubros, Whole Foods (alimentos), Google (Tecnología), W.L. Gore (industrial) y varios más de distintos países.

Hasta qué punto el cambio en las organizaciones depende de nosotros o depende de la empresa-organización en si misma?

No os olvideis que una organización no es más que un grupo de personas que se unen con un fin en común, entonces qué estamos esperando?

La respuesta es muy clara, el cambio en las organizaciones depende de nosotros … de cada individuo. Claro, si estamos dispuestos.